Foliorexia

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Viernes 8 de abril. Así se llama la última locura que circula por las redes sociales y que no hace más que fomentar trastornos de la alimentación como la anorexia o la bulimia. El reto que propone la foliorexia es que tu cintura no mida más de 21 centímetros, el ancho de una hoja de papel. Esta campaña al parecer se inició en China pero ya se ha extendido por todo el planeta y son centenares de petardas las que ya han subido su foto a Instagram para demostrar que encajan con ese falso cánon de belleza.

Sé que no soy el más indicado para hablar, que un tipo que ha hecho la dieta del sirope no es la clase de persona idónea para poner el grito en el cielo, pero vosotros sabréis disculpármelo y estar conmigo en la denuncia de esta práctica que lleva a muchas chicas a disputar carreras de kilos por las que algunas de ellas terminan comiendo únicamente hielo. Creo que como demencia se lleva la palma. Cabe preguntarse también por qué en Instagram no te permiten enseñar las lolas pero sí toleran este tipo de cosas, aunque eso es harina de otro debate.

Algún día me mediré la cintura, sólo por curiosidad, pero ya os adelanto que cada vez estoy más satisfecho con mi cuerpo. Es la primera vez en muchos años que la llegada del buen tiempo no me supone un trauma. Estoy como loco de poder lucir mi nueva anatomía, de pasear mis flamantes y orgásmicos 75.6 kilos (700 gramos menos que la semana pasada). La gente ya me lo nota, mi ropa parece otra, ¡yo parezco otro! He ganado en salud y sobre todo en higiene mental. Cada día me quiero más… achili-pú- apú- apú.

19 comentarios en “Foliorexia

  1. Noa

    Es un tema muy serio. Esa clase de cosas pueden (y suelen) ser síntomas de un a enfermedad mental, no es «ser tonta y ya está». Como persona que ha pasado por este tipo de asuntos, he visto (y puedo decir que he intentado) muchas cosas de este estilo: el llamado «bikini bridge» (puente que hacen las braguitas del bikini apoyadas en los huesos de la cadera), «thigh gap» o hueco entre los muslos, las carreras de ayunos, las clavículas «portamonedas» (tal cual)… Puede parecer que hay que tener un retraso bastante agudo para caer en estas cosas, pero no, es una combinación de muchos factores: la presión que se ejerce especialmente sobre el físico en las chicas jóvenes, la baja autoestima (con diversos orígenes) y, entre otros, una edad mu’ malica. Esto lleva a desórdenes alimenticios que no ocurren por el hecho de que su cantidad de neuronas sea menor que los que caben en un taxi, sino porque se tiene una enfermedad mental. Estaría bien no descalificar a estas chicas porque no sabemos qué puede haber detrás.

    Y en otros asuntos, ¡olé, ese cuerpo serrano! Me alegra ver que sigue todo bien, y aunque desaparecida, sigo aquí leyéndoos en la sombra. 😉
    Un besete.

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    1. Un gordo cualquiera Autor

      Hola, Noa, no pretendía ofender a nadie, pero sí que a lo mejor el tono de la entrada no es el más adecuado para tratar este tipo de asuntos. Mis disculpas si he podido resultar insultante o frivolón, no era mi intención.

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      1. Noa

        No, más que por la entrada (en el que se denuncia una situación real), lo decía por el comentario entre Amelia y tú. Que, hombre, calificarlas de tontas o de tener pocas neuronas, no me parece lo más acertado.
        Pero vamos, que se queda en eso. 😉

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  2. Anónimo

    Estaba yo corrigiendo y me he fijado en la estrechez del DinA 4. Imposible ser así de estrecha, qué barbaridad! Luego me he mirado al espejo con el papelito y ni poniéndolo a lo ancho me tapa la cintura.
    Una de las cosas en las que piensas cuando tienes una hija es en que sea feliz, espero no pasarle neuras con la comida y como a alguien se le ocurra llamarla gorda algún día (no lo está), lo reviento a guantás aunque me pase dos palmos.
    Buah, que se me escapa la fiera.. .

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  3. Pingback: El camino equivocado | MI VIDA GORDA

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