Cerrado por vacaciones

Cerrado por vacaciones

Viernes 19 de agosto. Hace tiempo que esperaba este momento. Al fin cierro la puerta de casa, pulso el botón del ascensor y pongo rumbo a la playa. Apenas un viaje relámpago para huir de mí mismo a la velocidad exacta del paisaje que discurre por la ventanilla del tren. Intentaré no desmadrarme mucho con la comida y seguir en esta línea healthy que me ha hecho perder ya la friolera de 15.5 kilos (1.2 esta última semana que me ponen en 72.9).

Mi preocupación por alimentarme de la mejor forma posible es mi nueva religión, aunque no por eso he dejado de rezarles de vez en cuando a esos dioses paganos que son las grasas y los refrescos azucarados. Con esto quiero decir que no vivo obsesionado y que no estoy a un paso de entrar en la secta de los veganos ni de los que sólo beben zumos o han declarado la guerra a los carbohidratos mientras se atiborran de chuletones de Ávila vuelta y vuelta.

Antes comía como si lo fueran a prohibir, ahora no. Y por eso acabo de superar otro de mis retos después de casi un año de sequía. La verdad es que no se me ocurre mejor manera de despedirme. Y sigo en la pelea, por supuesto. Pero eso será ya en otoño; la pelea pública, claro, porque la privada sigue su curso para continuar dando buenas noticias. Así que sin más que añadir nos vemos el 30 de septiembre, en la cuarta temporada de Mi vida gorda. Y ojete, ¿eh? Que paso lista ; )

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