#yoresistoyporesogano

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Sábado 4 de marzo. Quien resiste, gana. Lo dejó escrito Camilo José Cela, aquel señor tan agradable capaz de absorber una palangana de agua por vía anal. Y debo decir que nuestro Nobel tenía razón. Aguantar es muchas veces sinónimo de vencer y, en ocasiones, el único camino, porque en la vida hay una enorme variedad de excusas para no intentar nada, para convertir la desesperanza en la base del recetario mundial de los fracasados. Hasta que un día te plantas y se te pone mirada de tigre de Bengala. Y por supuesto que al principio pareces recién desenterrado y encajas los últimos golpes de tu yo del pasado, ese loser que todavía lucha por restablecer lo que él considera el orden natural de las cosas. ¿Pero sabéis algo? Sólo así te das cuenta del lugar al que no quieres regresar.

Cuando a mediados de febrero alcancé los 72 kilos, retrocediendo hasta mi peso de septiembre, estuve tentado de que Donald Trump aprovechara su furor con la estilográfica para firmar mi rendición. Pero luego recordé que tengo un compromiso, también con vosotros: sacar mi reto adelante y colocar este blog entre los elegidos, entre aquellas historias de éxito que tanto nos admiran pero que apenas nos rozan para irse con el vecino mientras uno se queda a solas con su lamento.

Con `Mi vida gorda´ quiero demostrar que yo resisto y por eso gano, y que es posible ponerse `on de rou´ de nuevo incluso después de un bache que bien te pudo costar la carrera entera. Hoy peso 69.7 y ya tengo la vista puesta en la siguiente meta volante, aquella que me acerque un poco más al podio por el que llevo peleando desde mayo de 2015, cuando pesaba 88 kilos y todo me engordaba menos la sonrisa.

Los juegos del hambre

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Sábado 18 de febrero. No lo estoy haciendo bien. El tramo final de mi reto está siendo de lo más accidentado y amenaza con destruir mi legado de esfuerzo y sacrificio. Mi fuerza de voluntad tira ya del depósito de reserva y cada vez me cuesta más calzar la esperanza para que no cojee. Porque la esperanza puede ser muchas cosas distintas o la suma de ellas, pero no es nada si uno no cree en ella. Llevo casi dos años pendiente de mi barriga y de los que quieren verme caer, dos años preguntándome qué demonios puedo comer que no sea inodoro, incoloro e insaboro y que no parezca sacado de un microondas de Fukushima.

Pero resistiré y saldré del bache. Os prometí un blog de éxito y lo tendréis. Aunque me tenga que arrancar las lorzas a dentelladas. Y para eso creo que voy a `olvidarme´ del peso para detener el foco en las muchas otras complicidades con que cuento para alcanzar mi mejor versión. Es erróneo que vinculemos el bienestar exclusivamente con la dictadura de la báscula. La belleza también puede ser -y de hecho es- una piñata cuidada, un cabello bien tratado o unas manos sin padrastros de los que puedas tirar hasta desollarte de cuerpo entero. Así es como pienso esprintar para tomar la delantera al desánimo: dedicándome tiempo y cariños, como la Cosmopolitan y Ana Rosa Quintana nos enseñan.

He retrocedido hasta septiembre plantándome de nuevo en los 72 kilos. Pero lo peor con diferencia es que se me viene encima un finde con promesas de botillo del Bierzo y dulces fritos. Y no, no soy tan fuerte. Estos dos días no habrá parquedad en mi mesa y sí mucha contundencia en el recetario. Quiero que veáis a vuestro héroe sufrir el dolor de la derrota y de la humillación, que seáis testigos de cómo sucumbe a pocos pasos de la meta para quién sabe si quizá lograrlo por fin en la próxima carrera.

La porra de Terelu

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Viernes 20 de enero. Los caprichos del azar hacen que hoy coincidan dos hechos lamentables: la coronación de Donald Trump y mi regreso a la blogosfera. Por suerte siempre nos quedarán las Campos, esas supremas de Málaga que han hecho de su vida un docudrama y que nos reconcilian un poco con el mundo. Y es que Terelu tampoco sabe por qué engorda si ella los cubatas sólo se los hace con Coca-Cola light ni por qué le salen chichas hasta detrás de las orejas mientras cierra a su paso todas las churrerías por liquidación de existencias.

A finales del año pasado estuve tentado de apuntarme de nuevo al gimnasio, pero me pasé más tiempo levantando copas que pesas, así que desistí y disfruté sin atiborrarme para no montar el Belén en Urgencias y sí en mi propio domicilio, como dirían los que forran treee-sillos, mee-cedoras,…. Puedo decir con orgullo y satisfacción borbónicas que sobreviví a la Navidad y que hoy peso 70.1 kilos. En este punto del reto lo prioritario para mí no es perder peso si no mantener lo conquistado en estos 20 meses que llevo desafiándome a cara de perro y en los que he perdido un total de 18.3 kg. Es decir, me he convertido en una de esas personas que antes admiraba porque hacían algo que los demás no éramos capaces de hacer.

Mi vida hasta 2015 fue una caravana de intentonas frustradas, de excusas, de pretextos, del sueño imposible de acostarse gordo y levantarse delgado porque sí, porque yo era un buen tipo y me lo merecía. Un montón de mierda. Me mentí durante tanto tiempo que mi suerte siempre corrió paralela a la magnitud de mi autoengaño. Resulta difícil olvidar aquellos tiempos de muslos rozados y cinturas gangrenadas por el cinturón. No fueron tiempos agradables ni generosos, pero sí honestos, de una honestidad casi impúdica. Por eso decidí cogerme de las solapas, darme dos hostias y asistir al despegue de la promesa de una vida mejor, una vida donde Terelu es el holograma gordo de mi realidad, el avatar que se come las porras por mí para salvarme.

Tentación de azúcar

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Lunes 28 de noviembre. Hace tiempo que quería escribir sobre el azúcar, esa tentación blanca presente en gran parte de los alimentos que consumimos y que nunca sabremos si es tan buena o tan mala como nos la pintan. Mi opinión es que es incluso peor que la grasa y además resulta adictiva, una especie de veneno silencioso que consumimos sin saber que lo estamos haciendo. Basta con hacer una búsqueda rápida en Google para darse de bruces con cómo el azúcar está ligado al sobrepeso y a la diabetes con más firmeza que el matrimonio entre Busta y Paula Echevarría.

Dicen los expertos que se debería consumir como tope una cucharada de azúcar al día y que en una sola lata de Coca-Cola ya hay nueve, así que echad cuentas de lo mal que lo llevamos haciendo todos estos años. Hablo de la ingesta de bebidas azucaradas, sí, pero también de zumos, platos preparados, charcutería, pan de molde, mermeladas, compotas, cereales integrales, ketchups, pepinillos y mayonesas, por nombrar sólo unos pocos de los muchos productos que llevan azúcares añadidos sin que seamos conscientes de ello.

Y es que uno se cuida, no toma bollería industrial, come mucha verdura, poca carne roja, bebe agua y hace deporte para que luego se la metan doblada en una pechuga de pavo cualquiera. Y aun con todo a mí lo más peligroso del azúcar me parece, con diferencia, su capacidad adictiva. Todos hemos tenido un mal día y hemos buscado en los dulces una satisfacción inmediata, todos hemos emulado en nuestro sofá o apoyados en la encimera de la cocina esa escena de las películas donde aparece una mujer deprimida atiborrándose de un kilo de helado frente a la tele. Y es que nos dio por el azúcar como a otros les dio por la cocaína.

Remedios para la hernia inguinal y la ostomía

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La tecnología más puntera y los mayores estándares de calidad se dan la mano para hacer de Maldita Hernia la empresa líder en fabricación de productos ortopédicos en material elástico. Desde el año 2012 www.malditahernia.com distribuye fajas para el tratamiento y la prevención de todo tipo de hernias y otras patologías comunes confeccionadas por un equipo de costura de amplia experiencia que cuida todos los detalles y que tiene en la satisfacción del cliente su razón de ser.

Actualmente no existe en España ninguna otra tienda de ortopedia online que ofrezca la mejor calidad del mercado -cumpliendo con la normativa europea ISO 9001 y el marcado CE- y al mejor precio. En www.malditahernia.com pueden encontrarse bragueros, slips, calcetines, medias medicinales, rodilleras, tobilleras, fajas lumbares, sujetadores ortopédicos y mucho más, primando siempre la solución más confortable y saludable tanto para los pacientes que sufren una hernia inguinal y no desean operarse (https://www.malditahernia.com/48-remedios-para-la-hernia-inguinal), como para aquellos otros que sí están operados de ostomía (https://www.malditahernia.com/40-ostomia-estoma).

Y todo directamente desde el fabricante al consumidor, ofreciendo a cada paso el mejor servicio y con la garantía de ORIONE®, la marca italiana especializada en la fabricación de productos de ortopedia suaves al tacto y con un alto nivel de eficacia frente a otras prendas convencionales. Los interesados podrán realizar su pedido a través de la página web y pagar con tarjeta de crédito/débito, mediante transferencia bancaria o por Paypal. Un golpe de ratón y el resto es cosa de los profesionales de Maldita Hernia. ¡Así de rápido y sencillo!

El camino equivocado

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Sábado 5 de noviembre. Hay un error de concepto. Lo llaman desafíos cuando no son más que sandeces. Aunque muy peligrosas, eso sí. No es una competición para medir el talento. Basta con tener acceso a Internet y competir para ver quién consigue estar más delgado antes de pasar por el hospital o por el cementerio. En este blog ya he hablado del bellybuttonchallenge, la foliorexia, el thigh gap y el bikinibridge, `tontorretos´ a los que ahora se suma el collarbone challenge o reto de la clavícula, que consiste en sostener cuantas monedas puedas en esta parte del cuerpo como muestra de delgadez… y estupidez suprema.

El culto al cuerpo, la obsesión por la imagen o los desórdenes alimentarios están detrás de estas prácticas cuyo respaldo insensato se mide a través de los «me gusta» aprobatorios en Facebook o en los corazoncitos positivos en Instagram; una búsqueda de aceptación que puede ser letal o, como poco, desembocar en patologías como la bulimia y la anorexia. Existe una epidemia de jóvenes (y no tan jóvenes) con una visión tan distorsionada de su propio cuerpo que ya parecen haber olvidado que los motivos reales de todo eso que les pasa tienen que ver con su autoestima y a cómo han construido de manera reactiva su personalidad para calmar un dolor interno.

Así es como se alimenta la mentalidad de loser y su enorme capacidad adictiva. Y sé de lo que hablo. Porque así es como yo llegué a un sitio que no me gustaba y que prometí dejar atrás. Y es por eso que llevo perdidos 18 kilos (de 88.4 a 70.4) y estoy a tan sólo cinco y pico de cruzar la meta. Porque lo más gordo que tengo -y no os vengáis arriba, golosos- es el corazón. Con mucha diferencia.

Ecotimo

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Viernes 28 de octubre. En mi barrio ha abierto recientemente sus puertas un supermercado ecológico: frutas, cafés, cereales, pastas, chocolates,… Todo muy apetecible. Tanto, tanto, que caí en la trampa y me dejé seducir por sus cantos de sirena. Al principio no supe si estaba en una tienda de comestibles o en una peluquería Marco Aldany, con aquellos lineales impolutos y aquellas luces imposibles, pero superada la desorientación inicial me vine arriba y probé a comprarme un zumo que no llegaba a los 50 ml. El susto vino cuando pasé por caja y una tal Wendy, una moza andina de sonrisa Profident, me sopló más de tres euros por el Bifrutas más saludable del mundo. Supongo que ahí radica el éxito de estos productos: son tan caros que terminas adelgazando porque ya no te queda dinero para comer.

A mí los denominados alimentos ecológicos me parecen puro marketing tras el que se esconde mucha literatura y una jugosa ristra de subvenciones. La etiqueta eco sólo sirve para que estemos dispuestos a pagar tres veces más por el mismo producto y nos sintamos rubios y bronceados como un Matthew McConaughey cualquiera sobre su tabla de surf. Y no hay quien me apee del burro. Porque tampoco me creo que no lleven fertilizantes ni pesticidas. Dicho lo cual, no sé a qué genio le habrán encargado el estudio de mercado para poner un local así en mi barrio, un barrio de clase trabajadora con más pensionistas que semáforos y que no ha visto un vegano ni en las películas de Jennifer Aniston. Al experimento le auguro una supervivencia de menos de seis meses. Porque aquí no comemos chia ni quinoa y ni mucho menos nos vamos a gastar cuatro euros en 250 gramos de café así nos lo traiga el propio Juan Valdez a lomos de su borrica.

Tara Lynn, la gordibuena de la semana

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Viernes 14 de octubre. Podría enamorarme de Tara Lynn, de los rodillos de grasa en su espalda y de los michelines de su vientre. Me gusta esa manera tan suya de no contener la respiración ni esforzarse en contraer las carnes. Cada pliegue de su cuerpo podría ocupar perfectamente los doce meses del mítico calendario Pirelli y hacer las delicias de camioneros y demás amantes de las curvas peligrosas.

Ya digo que podría enamorarme de Tara porque podría invitarla a cenar sin que ella se pidiera un vaso de agua y un plato de lechuga como toda esa legión de mujeres-periquito que aterrorizan las cenas de los hombres y que hacen del mundo un lugar más terrible y oscuro. Y además Tara no me echaría en cara que esta semana subí medio kilo (de 70.6 a 71.1). Mi Tara, la Tarita de mis entretelas, me sonreiría juguetona y me echaría otra cosa para ayudarme a bajarlo.

Ashley Graham, la reina curvy de la semana

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Viernes 7 de octubre. Ashley Graham, la modelo estadounidense que encabeza estas líneas, luce un bikini de a saber qué talla. Y lo hace con todo desparpajo. No se preocupa por su celulitis ni en ponerse de perfil para parecer más delgada. Más bien al contrario. Exhibe su voluptuosidad como si fuese un trofeo y no ha hecho del pareo en la playa su segunda piel. Está para comérsela a la barbacoa con patatas fritas. Sin ningún remordimiento.

Ojalá algún día la belleza real se abra paso y ninguna mujer se vea sometida al juicio de otros por sus kilos de más. Pero mientras tanto, este menda ha perdido otros 400 gramos a lo largo de esta semana, lo que me sitúa en 70.6 y a tan sólo 600 gramos de tachar otra de mis metas. Hoy puedo decir que estoy dotado de una novedosa seguridad en mí mismo. Las cosas han cambiado mucho desde que comencé con el blog. Cada vez me gusta más la imagen que me devuelve el espejo y ahora sé que no necesito un cuerpo playero para ser feliz.

Candice Huffine, la jamona de la semana

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Viernes 30 de septiembre. Al fin vuelvo por aquí y lo hago -más quisiera yo- con esta jamona. Se llama Candice Huffine, presume de curvas y es una de las modelos XL más cotizadas por las firmas de moda. La descubrí en una revista este verano y al parecer está enamorada de su cuerpo… y yo le alabo el gusto. Es lo que se dice una tía sexy y sin complejos.

A mí nunca me han gustado las siluetas delgadas y casi andróginas que hoy imponen las tiranías de la moda. Me encantan las mujeres que se sienten orgullosas de sus curvas y quieren exhibir bien sus encantos. Clamo desde aquí contra el bichopalismo y reivindico la voluptuosidad siempre y cuando haya salud, porque la felicidad no depende del peso, o al menos no debería. Por eso cada viernes alguna ricura curvilínea encabezará estas líneas.

PD1: Veo esto muy parado y no me gusta. Me da por pensar que habéis tirado la toalla. Desmentidlo y cerradme el pico, por favor.

PD2: Peso 71 kilos, casi dos menos desde la última vez que escribí aquí. Este gilipuertas lo está consiguiendo, así que… ¿qué diablos pasa con vosotros? Que no tenga que sacar la manita a pasear para meteros en vereda, ¿eh?

PD3: No puedo comentar en algunos de vuestros blogs con mi identidad de WordPress ni con la de Blogger, así que sólo podré hacerlo si habilitáis todas las opciones.